Llegamos a Purmamarca el 3 de diciembre. Nos instalamos en el hostel más barato del pueblo en una habitación con mucho olor a insecticida y algunas chinches de cama, pero perfecto para nuestro presupuesto.
Agarramos los marcadores, los cuadernos y salimos a dibujar. Llegamos al centro y nos sentamos a observar los mejores lugares, pero éste punto era el más obvio y más lindo para dibujar. En la mitad del dibujo siento una pequeña presión en la cabeza. Me puse a mascar las hojas de coca, que decían que era lo mejor para el mal de altura y pensé que se me iba a pasar… pero no.
Al rato tuve que dejar de dibujar porque pensé que la cabeza me iba a explotar. Nos fuimos al hotel, me acosté pero el dolor era tan fuerte que ya tenía ganas de vomitar. Así estuve 4 horas del terror. Hasta que tomé unas pastillas de ajo… sí, ajo comprimido sumado al ibuprofeno y a putear en 4 idiomas.
Un mes después terminé el dibujo y lo pinté. Pero cada vez que veo este dibujo me duele la cabeza.