Y al llegar a la Paz me dieron ganas de caminarla toda, a pesar de sus 3600 metros de altura y las advertencias de apunamiento. Llegar hasta la plaza y la casa de gobierno, con su bandera oficial y la de los Pueblos Originarios me emocionó. Que un pequeño-gran símbolo se exhiba orgullosamente en el país, es un detalle que me da esperanzas de cambio. Y esta ciudad, me fue regalando imágenes de sus costumbres, sus mercados, sus atuendos, sus museos, y su estadio al que todos le temen…
