Luego de 40 horas de viaje, Salta me recibió con su bendición de la llovizna y sin tanto calor. Pude recorrer sus calles llenas de gente y su siesta sin nadie en las calles. Me encantan las calles empedradas, su respeto por el pasado, la gente simple, respetuosa y amable. Una buena forma de comenzar el viaje. 🙂